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Torrelodones: urge cambiar de modelo territorial

Torrelodones: urge cambiar de modelo territorial

Torrelodones: urge cambiar de modelo territorial artículo publicado en el Diario EL PAÍS el día 14 de julio de 2006  en el Suplemento Propiedades Madrid

SANTIAGO FERNÁNDEZ MUÑOZ

La intención del Ayuntamiento de Torrelodones de recalificar 128 hectáreas del monte de El Prado de la Solana y El Enebral (Área Homogénea Norte) para edificar 1.500 viviendas y transformar el resto en un campo de golf “rústico”, y el hecho de que sus responsables políticos, como los de la Comunidad, parezcan dar por hecha la superación del, en teoría exigente, procedimiento de evaluación de incidencia ambiental, convierte a lo ocurrido en Torrelodones en un buen ejercicio para identificar las disfunciones de la gestión territorial en la Comunidad de Madrid.

El anterior equipo de gobierno municipal, como el actual, del Partido Popular, decidió que el monte en cuestión “debía ser un espacio con especial protección, y por ello se clasificaba como suelo no urbanizable especialmente protegido”, según el anterior edil, Enrique Muñoz.La decisión era la lógica respuesta urbanística a un espacio forestal que atesora elevados méritos de conservación, por el encinar enebral que cubre su mayor parte con especies que figuran en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas, con la categoría de interés especial.

El monte forma parte de un Lugar de Importancia Comunitaria, pertenece al Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y es, además, uno de los escasos corredores que lo conectan con el del Curso Medio del Guadarrama. Las razones expuestas —certificadas por un reciente informe del Museo Nacional de Ciencias Naturales—justificarían sobradamente que el monte continuase siendo un espacio donde crecieran encinas, enebros y alcornoques, que sirviera de paisaje cotidiano y paseo de los ciudadanos de Torrelodones y fondo arbolado de los que transitan por la A-6 camino de Madrid o Villalba.¿Cuáles son los poderosos argumentos para convertir un suelo no urbanizable especialmente protegido en urbanizable apenas tres años después de su clasificación?

El Consistorio no aporta más razones que el supuesto agotamiento del espacio urbanizable. Sin embargo, todavía se están urbanizando las más de 58 hectáreas del Área Homogénea Sur que acogerá 1.000 casas y el preceptivo centro comercial; el próximo pleno abrirá la puerta a la construcción de 500 viviendas más en Las Marías y en otros ámbitos se prevé edificar más de 400, lo que aumentará el parque residencial en casi un 30%. Los futuros desarrollos de Torrelodones se producen tras haber duplicado su población en los últimos 10 años. Cabría pensar que el reto para cualquier municipio sería afrontar la llegada de la nueva población, integrarla y ser capaz de dotarse de equipamientos y servicios necesarios. El objetivo debería ser acompasar el ritmo de crecimiento de las viviendas al de la capacidad para construir o ampliar el polideportivo, los espacios públicos, los colegios, la depuradora… Por el contrario, la decisión municipal es urbanizar uno de los escasos espacios libres arguyendo la necesidad de mantener la actividad inmobiliaria. Estrategia conocida.La estrategia del Consistorio de Torrelodones es coherente con una forma de actuar que se ha consolidado en España y en la Comunidad de Madrid según la cual el territorio es, en su práctica totalidad, suelo susceptible de ser urbanizado y los poderes públicos sólo han de facilitar y ordenar el proceso.Únicamente los espacios más singulares y excepcionales (y a veces ni aquéllos) quedan al margen de la urbanización. El resto de los espacios de dominante rural y natural pueden ser transformados en urbanizaciones, un proceso que en nuestra región ha alcanzado un ritmo que ningún experto ha sido capaz de prever. Ha supuesto la conversión en espacio artificial de 30.000 hectáreas en apenas 13 años, lo que supone un incremento del 47%.

Urge cambiar radicalmente la gestión urbanística en la Comunidad, asumir como primera premisa que el territorio es un recurso escaso y difícilmente renovable, que debe ser contemplado como un patrimonio modelado históricamente por la sociedad sobre y con la naturaleza. Es reflejo de la memoria colectiva, atesora valores culturales, es un referente identitario, un bien público y el espacio en el que se desenvuelve la vida ciudadana.Los poderes públicos han de velar por la conservación de esos valores fundamentales para nuestra calidad de vida, y sobre todo para la de nuestros hijos y nietos, gestionando los necesarios crecimientos de la ciudad con prudencia, incorporando —algo poco común— el control del ritmo de transformación y una visión a largo plazo que supere las urgencias económicas y políticas de los cuatro años de legislatura.Deben cambiar la carga de la prueba y fomentar la preservación y fomento de los valores propios del suelo rural, y permitir su urbanización sólo cuando se fundamente de forma solvente.

Resulta imprescindible separar de la toma de decisiones urbanísticas en los gobiernos locales a personas vinculadas, directa indirectamente, a la actividad inmobiliaria y a la propiedad del suelo, ya que en demasiadas ocasiones razones poco transparentes echan por tierra los objetivos más o menos bienintencionados de los órganos regionales o nacionales de los partidos políticos.

Santiago Fernández Muñoz es geógrafo. Profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Vocal de la junta de Gobierno del Colegio de Geógrafos.

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